Desde una perspectiva ética, el ejercicio de la caza ha tenido connotaciones negativas.
Sin embargo, la actividad cinegética sigue siendo necesaria, tanto por la riqueza que genera, vinculada estrechamente al medio rural, como por el papel que juega en el equilibrio de las poblaciones silvestres y la conservación de la naturaleza.
Tradicionalmente, la caza se ha visto como una actividad perjudicial tanto para los animales como para el medio en el que se practica. Actualmente, esta visión ha evolucionado ya que se ha demostrado que la actividad cinegética es una ayuda para la conservación de la naturaleza. Esto no se aplica a la caza furtiva que, al realizarse sin ningún control, tiene efectos dañinos.
La caza es una actividad que trasciende de la propia captura de un animal, ya que son relevantes los aspectos relacionados con la gestión del medio natural, económicos, sociales, culturales y deportivos. La actividad cinegética está vinculada a la gestión del medio natural, como una acción esencial que contribuye al equilibrio y sostenimiento de los ecosistemas, desde que sea practicada de una manera sostenible.
Lo anterior justifica la necesidad de regulación normativa de esta actividad, porque la caza contribuye a la conservación de la naturaleza, siempre que se haga de manera regulada y ordenada.
¿Cuál es la importancia de la conservación cinegética?
Al reflexionar en la importancia de la conservación cinegética se piensa en la pregunta: ¿Cazar para conservar? Para llegar a una respuesta hay que entender la relación entre caza y medio ambiente.
La caza es una potencial generadora de daños ambientales, pero también una potencial correctora de los desequilibrios eco sistémicos. En efecto, la caza, como actividad, incide necesariamente en la naturaleza y en la biodiversidad. Esa incidencia podría ser negativa, generadora de daños, incluso irreparables (la extinción de especies derivada de su caza indiscriminada); pero también, puede ser positiva, mediante su ejercicio como potencial corrector de los desequilibrios ecosistémicos (es decir, la caza de especies en situaciones de plaga, que amenaza con dañar gravemente el equilibrio del ecosistema).
Desde esta perspectiva, el ejercicio racional de la caza es un auténtico servicio ambiental en toda su extensión. La actividad cinegética correctamente regulada, planificada, ejecutada y controlada constituye un servicio ambiental, entendiendo como tal «las funciones que desempeña un recurso natural en beneficio de otro recurso natural o del público», como dice la Ley de Responsabilidad Medioambiental.
